02 enero 2013

Prólogo

No existe el inicio como tal, decía el sabio.
Llamar inicio a esto es un error, no es la palabra correcta.
Un hijo no es la vida iniciando, es solo su continuación, también el poema, el libro, el cambio de planes.
A nuestro alrededor el flujo incesante grita como loco, nos asesta sinfonías desafinadas, caos ordenados, movimiento en pleno.
No cabe el comienzo, como tampoco cabe verdaderamente la muerte.
Generación, progresión, prolongación.
He ahí las palabras correctas.
Las palabras casi correctas.
Las palabras que dan un poco de paz.
Que incitan a la creación.
Que incitan a seguir develando significados.
A no dejar de develar significados.


Así es que un nuevo blog comienza pero no, del mismo modo que un día vuelve a ser ilusoriamente nuevo, realidad holográfica en que la poesía se hace presente a través del poema, a través de su lectura, a través de su escritura, a través de su pensarse: flujo que en la eternidad encuentra su equilibrio.
Para todos ustedes, la llegada a tierra firme de esta botella al mar.
Para mi, el cíclico comienzo, una línea sin rumbo, una morada, un transcurrir.

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